Voy a intentar explicarte en este artículo qué es la dependencia emocional, intentaré hacerlo de forma sencilla. Si tienes dudas o consultas puedes usar los comentarios de este artículo que responderé a la mayor brevedad posible.
Definición de dependencia emocional
Para mí «La dependencia emocional es un patrón disfuncional, que no funciona, de relaciones en las que la persona que la padece adopta un rol de inferior e idealiza al otro, ya sea pareja, progenitor o amistad o incluso un superior, dando prioridad a su bienestar por encima del propio»
Según Jorge Castelló:
La dependencia emocional es un cuadro o conjunto de síntomas que se caracteriza por excesivas demandas afectivas, relaciones interpersonales estrechas y relaciones de pareja desequilibradas, donde prevalece la sumisión y la idealización de la pareja, con baja autoestima e imperiosa necesidad del otro, que lleva a comportamientos excesivos de aferramiento y alto temor a la soledad.
La dependencia emocional se define también como un patrón persistente de necesidad emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de manera desadaptativa con otras persona.
En estas definiciones vemos que la dependencia tiene como base una serie de carencias que digamos “llevamos de serie” y que se pueden trabajar y superar con la terapia adecuada. Este patrón de necesidades incluye creencias acerca de la visión de uno mismo y de la relación con otros, tales como creencias sobrevaloradas frente a la amistad, la intimidad y la interdependencia.
La necesidad extrema de la pareja en el dependiente emocional no se restringe a la propia dependencia instrumental (búsqueda de protección y falta de autonomía)
Síntomas de la dependencia emocional
1. Ansiedad de separación
Es sentir temor inapropiado (inquietud y miedo) al abandono, la separación o el distanciamiento de la pareja. Un sentimiento que genera y refuerza las pautas interpersonales de dependencia, ya que la persona dependiente se aferra demasiado a su pareja, la sobrevalora, la percibe como necesaria (incluso imprescindible) para vivir feliz y en calma, y como la única opción para no sentir la angustia que le genera la soledad. Puede aparecer ante el distanciamiento temporal que implica la vida cotidiana o por separaciones rutinarias que pueden generar desconfianza del regreso de su pareja y que lleva a la activación de pensamientos automáticos relacionados con la pérdida y la soledad (*2)
Esos pensamientos automáticos pueden ser del tipo «yo tengo la culpa de que no quiera volver», «debería haber hecho… para que no se enfadara», etc.
2. Necesidad de expresar su afecto en exceso
Todos necesitamos que se nos demuestre afecto, eso no es una patología, está en nuestra naturaleza es saludable y beneficioso; pero en el caso de los dependientes, la intensidad y la respuesta ante la carencia es el indicativo de que algo no marcha como es debido (es una cuestión de grados).
Expresión afectiva es la necesidad del sujeto de tener constantes expresiones de afecto de su pareja que, reafirmen el amor que se sienten y que calme la sensación de inseguridad. La desconfianza por el amor de la pareja y la necesidad de un amor incondicional llevan a que el dependiente emocional demande de su pareja expresiones constantes de afecto, que le aseguren que es amado. (*3)
Esta demanda puede estar originada por una necesidad insaciable de la pareja, que es lo que ha asemejado este cuadro a una dependencia a sustancias. (*4)
Esto quiere decir que es una dependencia similar a la que puede tenerse con el alcohol o las drogas. Sí, es posible que te sorprenda, pero psicológica y fisiológicamente tienen muchos paralelismos, por eso superar esta dependencia también implica ayuda profesional.
3. Modificación de planes
El cambio de actividades, planes y comportamientos debido a los deseos implícitos o explícitos por satisfacer a la pareja o a la simple posibilidad de compartir mayor tiempo con ella es para el dependiente motivo suficiente para abandonar sus necesidades personales, a veces incluso las más básicas.
Para el dependiente emocional su pareja es el centro de su vida, de tal forma que no existe nada más importante, incluyéndose a sí mismo, a sus hijos o al resto de su familia que pasarán a un segundo o tercer plano en la escala de necesidades a cubrir. Así, es importante estar atento a las necesidades, deseos o incluso caprichos de la pareja para poder satisfacerlos. (*)
El dependiente, por otra parte ya sea de una manera consciente o inconsciente, espera y desea que su pareja haga lo mismo por ella.
4. Miedo a la Soledad
Es la característica más definitoria, el miedo a estar en soledad. No ya por el hecho de no estar acompañados-as, sino por lo que representa para ellos. NO SER QUERIDOS. Cuando el temor por no tener una relación de pareja o por sentir que no es amado supera el anhelo propio de sociabilidad de todo ser humano y se vuelve una conducta «obsesiva». Se trata de un problema grave.
El dependiente emocional necesita a su pareja para sentirse equilibrado y seguro. Para una persona que sufre esta dependencia, la soledad es vista como algo aterrador, un aspecto a evitar por encima de cualquier cosa. Por ello será capaz de priorizar la compañía por encima de cualquier otra cosa, incluida sus propias necesidades.
Con su pareja y comportamientos del tipo llamadas constantes, a horas o momentos inapropiados, el dependiente emocional elude enfrentar aspectos de su experiencia vital o de su personalidad que le hacen daño. La baja autoestima, las experiencias de la infancia a cerca de no ser suficiente o no ser importante llevan al dependiente emocional a tener que evitar esa sensación que se le repite constantemente en cada ocasión que se aproxima en su mente la posibilidad de quedarse solo-a.
La posible ruptura de una relación para el dependiente emocional puede ser algo tan catastrófico por su enfrentamiento con la soledad y la pérdida del sentido de vida, que puede llevar a que el sujeto realice acciones y realice acciones impulsivas de autoagresión. Este es un caso límite que con frecuencia da la voz de alarma, pero no es necesario que se manifiesta para afirmar que una persona es dependiente emocional.
5. Las manifestaciones límites frente a la pérdida
Como las autolesiones, amenazas de autolesiones conductas temerarias que pueden poner en riesgo su vida o la de otros, hasta tentativas de suicidio, reflejan el grado de necesidad que el dependiente tiene de la misma. No siempre se trata de tentativas de suicidio y, por decirlo de alguna forma, esta sería la más extrema de sus manifestaciones. El chantaje emocional con amenaza de autolesión suele ser la más habitual. Es, de forma consciente o inconscientemente, una forma de manipular a la pareja para evitar su pérdida.
6. Búsqueda de atención de la pareja
Se tiende a la búsqueda activa de atención de la pareja para asegurar su permanencia en la relación y tratar de ser el centro en la vida de éste/a. Se expresa a través de la necesidad psicológica que el dependiente tiene hacia su pareja. Sin darse cuenta van desplazando aspectos de su vida como actividades de ocio, relaciones de amistad… para dedicar todo el tiempo a la persona de la que dependen, hacen todo lo posible para divertir y entretener a su pareja, para que esté complacido, para que se sienta feliz, para que no se olvide ni un minuto de ella.
La búsqueda de atención puede darse una forma activa o pasiva. Adoptar una postura sumisa y/o pasiva también es una forma de atraer la atención de la pareja.
Existen varias formas de ser dependiente emocional de las que hablaremos en nuestro próximo post, se trata de la dependencia afectiva y la dependencia asociada a trastornos adictivos (codependencia y bidependencia).
7. Necesidad de aprobación
La necesidad de ser aprobado por los demás es la tendencia de la dependiente a valorarse en función de la opinión de los demás. La autoestima del dependiente emocional queda relegada al juicio de cualquier persona, ni siquiera es necesario que sea una persona allegada, sino que cualquier opinión puede disminuir el concepto que ella tiene de sí misma. La necesidad de aprobación o de gustarle a todo el mundo siempre o de no hacer cosas que creen que los demás no esperarían de ella es una pesada carga que el dependiente asume con todas las relaciones y que le produce una gran insatisfacción consigo misma y elevado malestar emocional, le lleva a actuar como cree que los demás esperan de ella o de él sin consciencia de ello.
8. Idealización de la pareja
La Idealización de un persona es la tendencia a atribuir a la persona cualidades más positivas de las reales y que lo hacen más atractivo, es valorar exageradamente las virtudes de esa persona y otorgarles todo el peso de la valía de la persona sin tener en cuenta, o minimizando los defectos o áreas de mejora de esa persona. Idealizar a una persona es ponerla por encima de uno mismo, dando por hecho que tiene más derechos. La idealización es un constructo mental que te lleva a ceder tus derechos como persona para beneficiar al idealizado. La idealización te impide tener una visión de conjunto de la persona y tener un trato equitativo con ella. Los dependientes emocionales no sólo idealizan a la pareja, en general idealizan a cualquier persona que les ha mostrado cierto interés o les ha valorado.
La codependencia
Aunque bastantes autores utilizan el término codependencia para referirse a cualquier dependencia relacional, lo cierto es que dicha acepción tiene su origen en la descripción del vínculo patológico que caracteriza la relación de ciertos allegados a los adictos; ya sean alcohólicos o drogadictos, y suelen ser por lo común familiares de primer orden y, sobre todo, parejas.
En este patrón de relaciones disfuncionales el codependiente, sin desearlo, facilita que el drogodependiente continúe con su adición. La codependencia se manifiesta en personas que tienen o han tenido una relación directa e íntima con un drogodependiente, sea ésta familiar o amigo y suele generarse en la familia de origen. Su expresión y consecuencias se detectan en la edad adulta.
No es lo mismo dependencia emocional y codependencia
El codependiente se dedica a cuidar, corregir, proteger y salvar al otro. A consecuencia de esta conducta, se siente frustrado ante sus repetidas recaídas, llegando a adquirir características y conductas tan erróneas como las del propio adicto.
Este patrón obsesivo de cuidar al otro se convierte en una forma de vida en la que el codependiente se abandona en un segundo o tercer plano, vive por y para el adicto y pierde el control de su propia vida, de sus límites, y de él mismo, invirtiendo toda su energía en el adicto con necesidad de pertenecer y ser útil.
En la actualidad, el término codependencia se ha ido generalizando y se aplica también a familiares de personas con enfermedades crónicas e incluso a profesionales de la salud.
La codependencia es una adicción a una persona y a sus problemas, y se ha llegado a afirmar que la adicción y la codependencia son la misma enfermedad porque comparten las mismas características: negación, obsesión, compulsión y pérdida de control.
Tipos de codependientes:
- El codependiente directo que presenta uno de los comportamientos que genera más dificultades en el proceso terapéutico porque su conducta va desde proporcionarle la droga hasta dinero o el lugar donde pueda consumir la droga.
- El codependiente indirecto mantiene una conducta de oposición declarada y objetiva a la adicción del familiar pero, a la vez, protege al adicto, y evita que se responsabilice de sus acciones.
- El codependiente tolerante desempeña el rol de sufridor. Su función no es modificar el comportamiento del adicto sino contemplar como se autodestruye pero queriendo sacar lo que queda de bueno y noble en él.
- El codependiente perseguidor es el familiar más comprometido en controlar la conducta autodestructiva del adicto.
Fuentes:
Castelló, 2000; 2002; 2005
Castelló, 2005; Schaeffer, 1998; Beck, Freeman, Davis et al, 2004.
Lynch, Robins & Morse, 2001.
Recursos Web:
Escuela Transpersonal (http://www.escuelatranspersonal.com/tesis/relaciones-de-pareja/dependencia-emociona_adriana.pdf)
Instituto Spiral – Pilar Blanco (www.institutospiral.com/cursosyseminarios/encuentrods/resumenes/Pilar%20Blanco.pdf)
Instituto Spiral – Jorge Castelló (http://www.institutospiral.com/cursosyseminarios/resumenes/Jorge%20Castello.htm)
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matilde yagues garcia
yo estoy con una orden de alejamiento de la que fue mi pareja.
al princio,el se la saltaba y me hacia la vida imposible,pero ahora llevo una temporada que no se nada de el y empiezo a echarle de menos y a veces,hasta me gustaría saltarme la orden para saber como esta y hablar con el. Yo ya tengo antecedentes de dependencia emocional y creo que esta vez se esta repitiendo. tu que opinas? te agradecería mucho tu respuesta. gracias
Silvia Rodriguez
Buenas Matilde!
Tu caso en principio, parece de dependencia emocional, pero son muy pocos datos los que tengo como para afirmarlo. No sé de donde eres o si te es posible un contacto para profundizar. Lo que sí tengo que aconsejarte es que no rompas las medidas judiciales, además… tú sabes las consecuencias, lo que podría pasar de un solo contacto, y realmente lo que imaginas de esa «cita» no se va a cumplir, no es real. Ahora tienes que tener fortaleza para pensar un poco más en tu bienestar
Un fuerte abrazo
angel
QUIERO QUE LEAS EL CORREO, ME PARECE INTERESANTE Y A MI ME HACE PENSAR MUCHAS COSAS Y REPLANTEARME OTRAS.
Silvia Rodriguez
Hola Angel!!
Lo siento pero no he recibido ningún correo tuyo
Un saludo
simone
hola es la primera ves que algo tuyo me gusto la explicacion y menos mal no me siento indentificada jejeje,pero mi pareja es asi mismo como haz descrito ahi,sus demostracion de cariño es tanta que a veces me agobias y cuando no soy cariñosa lo suficiente con el,ya me cobra; enfim…me ha gusto tu articulo,un saludo.
Silvia Rodriguez
Muchas gracias por tu comentario Simone. Comentarte que la dependencia emocional no es exclusiva de las mujeres, cierto es que, gran numero son del sexo femenino, pero también hay un porcentaje de hombres que la padecen.
Un abrazo
Eduardo
hola, en verdad si que estoy en este tipico cuadro de dependencia emicional , no se como ocurrio al principio no sentia esto, solo que fue creciendo poco a poco, a la par del amor que nos sentiamos los dos pero a pasado un tiempo en que ya ha dejado de amarme, y esa separacion ha hecho que explote esta dependencia que cada 10 minutos o 5 pienso y sigo deprimiendome, me gustaria saber como hago para saccarme esto de mi mente, quiero ser libre pero estoy encadenado.
Silvia Rodriguez
Hola Eduardo!
Gracias por tu participación. Entiendo lo molesto que es el momento por el que estás pasando, no es fácil, pero tampoco existe un consejo mágico, es una suma de circunstancias que se debería tratar con cautela.
Un saludo
Silvia
laura
Vengo de una familia aparentemente normal, pero que me ha hecho sentir siempre invisible y culpable, incluso en la edad adulta (me refiero a mi madre, sobre todo).
Me case, enamorada, con el primer hombre que parecía estar loco por mí, porque jamás había creido que iba a merecer algo así. Con el poco amor que me dio me resulto suficiente durante muchos años: veintitantos; después me divorcié.
Después de varios años en que no faltaron relaciones masoquistas, otras más normales, conoci a mi príncipe azul. Puede que influyera el hecho de estar necesitada de afecto…mi madre me había vuelto a decepcionar….
El había terminado hacía poco tiempo un matrimonio que hacía aguas desde mucho tiempo atrás, había sufrido maltrato por parte de su mujer, cosa fácil de comprobar porque ella le acosaba, insultaba, etc… telefónicamente. Creo que también lo sufrio en la infancia, pero no lo veía.
Fue conocerme y caer rendido ante mí, tan diferente a su ex. Me adoraba, era atractivo, detallista…y con algún detalle a veces «extraño», y yo estaba loca por el. Durante tres años estuvimos en una nube, aunque jamás era completamente feliz porque había caído en la espiral del paro y porque la relación con sus hijos era nula ya que su madre los había puesto en contra: el tampoco lo había manejado bien, intentando que me aceptaran a la fuerza.
Muchas veces me sentí muy celosa porque tenía la sensación de que era poco para él: solía comentar en forma de broma que siempre pensó ligar con mujeres más jóvenes cuando se divorciara y en cambio estaba conmigo que era un poco mayor que él y le gustaba llamarme «abuelita», lo que yo odiaba y me costó trabajo quitárselo. Otras veces tenía la sensación de que no escuchaba lo que decía porque a veces me comentaba, como un descubrimiento, cosas que yo le había dicho sobre hacer una cosa u otra de cierta manera, y él no recordaba que yo le hubiera dicho nada. Se ocupaba de la casa, para sentirse útil y equilibrar la balanza ya que yo trabajaba, lo que no le satisfacía demasiado pero buscando mi aprobación en todo, y sin que yo hiciera nada, porque decía que si no, no iba a sentirse útil.
O si yo hacía una sugerencia que no le gustaba, daba la vuelta a lo que le había dicho.
Esas cosas a mí me producían un gran disgusto, y siempre venía a disculparse.
Después de esos tres años, un día, decidió que debíamos casarnos. Acababa de morir mi madre, él la había tratado como un hijo, aunque jamás entendió que yo no sintiera un excesivo apego por ella: pensaba que yo exageraba.
La razón que dio para la boda fue que en aquella circunstancia, en que tuvo mucho trato con mi familia, no se había sentido cómodo en el papel de «ligue» y… que así, casados, nos respetarían sus hijos. Yo le respondí que mejor sería ganarnos el respeto de sus hijos y después la boda, y que a mí me gustaría casarme cuando alguien lo quisiera hacer por unirse a mí, pero dos días después apareció con la información del juzgado, las fechas libres y todo proyectado. Me opuse pero terminé cediendo por no quitarle la ilusión: al final lo que contaron, fueron momentos de ilusión intercalados con el miedo al rechazo de sus hijos a venir, a que su ex armara alguna… a que si había sido demasiado rápida y hubiéramos tenido que invitar a mas gente, y que estuvo bien, todos formales… pero no sirvió para unirnos como el pensaba.
Hicimos nuestro viaje de novios y a la vuelta algo se había roto: puede que fuera lo normal después de un tiempo de convivencia, pero al mismo tiempo que me necesitaba cada vez más, ciertas costumbres intimas habían perdido valor para él, y el hecho de que fuera después de casarnos me resultaba, llamémoslo chocante.
Las cosas no fueron fáciles después: abogados por la herencia de mi madre, ya que estaba todo liado…siguieron las relaciones difíciles con sus hijos. Y para completar el panorama, yo, que siempre lo había dicho desde que nos conocíamos, decidí vender mi piso; se marchaban los que vivian alquilados y yo no quería vivir allí. El insistió: el piso era bueno, no sabes a quien vas a meter…lo arreglarem os. Terminé diciendo que si. Otra vez. Lo decoram os, él puso mucha ilusión pero a mi se me revolvía todo cuando me acostaba y recordaba que donde él dormía había dormido antes mi ex, o que donde se sentaba en el sofá, antes había estado el otro.
así que le dije que no estaba a gusto y lo puse en venta, y ahí terminó de fastidiarse todo. No al principio, porque él, prudentemente dijo que era cosa mía, pero cuando le dijeron que su firma era necesaria porque el contaba al vivir allí, fue convirtiéndose en protagonista, tomando decisiones sin mala voluntad, pero equivocadas, porque lo que no dejas escrito no se cumple….cosa que le advertí.
Total, que nos cambiamos a una casa porque le hacía ilusión a él, ya que teníamos más sitio para si venían sus hijos, jardín para hacer barbacoas y celebrar cumpleaños…cuando mi idea era coger algo pequeño y con el dinero que nos restara vivir mejor…pero no insistí bastante, y aparecimos agotados y helados por no dejar las fechas escritas para trasladarnos.
Teníamos obras previstas, pero todo era demasiado lento para él: se obsesionaba con todo lo que había que hacer pero al mismo tiempo se le ocurrían nuevas ideas que quería poner en marcha. Tan preocupado por todo que ya no era capaz de salir a dar un paseo ni hacer otra cosa que no fuera…la casa, la casa, la casa…Siempre estaba agotado, cabreado porque sus hijos pasaban del tema y nuestra vida sexual había bajado a cotas alarmantes. Y cada vez controlaba más: él haciendo más cosas, yo acompañándole, pero tomando todas las decisiones él, aunque decía que no, que me lo consultaba todo…y era verdad: yo le solía decir a casi todo que sí, para no estresarle más y lo poco que me importaba hacer a mi modo ni lo respetaba,
Las obras…o sus manía s de liarse se alargaron dos años: abandonamos casi toda nuestra vida social. Controlaba todo: ya no era solo el amo de casa, ahora era también el amo del jardín, el que decía como se regaba, etc y aunque yo no obedeciera siempre, parecía que todo lo suyo sentaba catedra. Llegué a sentirme como una extraña, llegaba, me sentaba y esperaba a que él terminara de hacer la comida para sentarme a la mesa del salón,
No se había acabado el amor, pero discutíamos, estábamos cansados y no disfrutábamos. El tema del siquiatra no estaba hecho para él.
El último año, mi hija enfermó gravemente en el extranjero: él no dudó ni un momento en acompañarme, pero no estuvo acertado. Mientras yo tenía una hija en un estado lamentable, casi un cadáver, tenía que estar preocupándome por llevarle a conocer los sitios de moda para que no se aburriese, oírle preguntarme cada cinco minutos si íbamos bien en esa dirección (yo me oriento mejor que él), seguir oyéndole si no pasaría nada en casa, si no entraría nadie, si su hijo iría a dar una vuelta y cerraría todo, etc, etc…
Yo, que le había dicho que la cosa iba a ser para largo pero que jamás le dejaría solo, le siguiente vez le dije muy claro que mejor n o fuera. Pasó todos mis viajes metido casi todo el tiempo en la maldita casa, mandándome mensajes, fotos, molestandose si no le contestaba enseguida y diciéndome lo que me amaba y lo felices que seríamos cuando todo pasara y pudiéramos estar todo el tiempo juntos. Ahí, ya no aguante más… no me imaginaba los próximos 20 años como una muñeca; eso y que al salir de un tratamiento especialmente duro, imaginara el dolor de él, solo, le llamara y no fuera capaz de soltar el rodillo con el que estaba pintando no se que cosa, porque le quedaba poco y se le secaba…..ya fue el fin.
Todavía no ha entendido nada: cuando yo intento explicarle que no soy una niña, que soy su compañera…contesta que cualquier mujer estaría loca de felicidad porque la trataran como una reina, con un marido que es un mayordomo, un jardinero,,,etc y hasta me quita las botas cuando llego a casa.
¡Dios, a ver si algún día cambio y dejo de elegir parejas así!
Silvia Rodriguez
Gracias Laura por contarnos tu historia personal, es impresionante. Espero que al fin hayas hecho tu aprendizaje y no se repita el perfil.
Un abrazo
Silvia
laura
Si alguien me lee, siento ser tan …pesada.
Estoy divorciada, aunque si nos encontramos no soporto que me diga nada cariñoso…rompo a llorar en mitad de la calle. Jamás volvería con él, aunque quiere que seamos amigos, echar un quiqui cuando nos apetezca…buscar ligues, ya los busca, e incluso antes de marchar de casa me enseñaba los correos en prueba de am istad. GILIPOLLAS, DIRÍA YO.